Elia tiene dieciséis años y es un chico solitario. Su padre
ha sido despedido y ha empezado a comportarse de un modo extraño,
desapareciendo durante horas a bordo de una furgoneta, encerrándose en el
garaje, escribiendo cartas en las que denuncia un complot del que se siente
víctima. Elia intenta descifrar lo que está ocurriendo, mientras que su madre
parece no querer ver. Hasta una noche de agosto tras la que nada volverá a ser
como antes: la pequeña comunidad de Ponte, ya marcada por el asesinato sin
resolver de un niño, se despierta turbada por el secuestro de una chica, que la
noche anterior se subió a una furgoneta y desapareció después en los bosques.
Pero para Elia ese verano también está marcado por su atracción hacia Anna
Trabuio, su amistad con su hijo Stefano, por el doloroso descubrimiento de sus
propios deseos y del instinto de supervivencia. Quien relata todo esto es el
propio Elia, treinta años después: un hombre que intenta recoser los jirones
del pasado e iluminar la oscuridad en la mente de su padre, imaginando lo que
pudo ocurrir verdaderamente esa noche, y qué significa perderse a uno mismo.
Pero sobre todo intenta responder a una pregunta: cómo es posible, después de una
herida tan profunda, tener la esperanza de ser felices. Elena Varvello ha
escrito una historia de formación distinta a todas las demás, que captura al
lector con un estilo cincelado, duro y transparente.
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